
A B I S A L F A N Z I N E
Julia Sánchez López
Diagnóstico de abandono
Ahora serás poema
mancha del blanco
que no volverá a doler.
Serás historia engalanada
para el sacrificio, dispuesta a la mirada
y olvidada de toda belleza.
Poco más que ficción barata
sin nada que decir,
tan solo monstruos.
Susurro del hombre enloquecido;
Cómo tiembla mi mano al cortar el aliento
y, es que, es el último.
Serás ejemplo para mejores marineros,
mapa del abismo,
teoría del olvido.
Las lágrimas no escriben versos,
no son musas.
Las musas no escriben versos,
no son tú.
Tú nunca escribiste nada y, ahora,
no eres más que palabras.
Diego Sánchez Aguilar
de la lluvia
La precisión barroca con que fue creada la lluvia.
La maestría inaccesible en su interpretación del silencio:
no se han visto dedos más ágiles, teclas más afinadas.
La ciudad vuelve a nacer, apaciguando el preludio.
Empieza el espectáculo en nuestras ventanas.
La ciudad, recién nacida, sueña. Nadie habla.
El sueño de la ciudad es un oído atento, una noche infinita,
llena de esquinas.
Se desliza el mundo sobre el concepto de la distancia,
Acaricia el arroyo los bordes de la pupila al descender hacia dentro.
En el fondo del pozo, el mundo hace un ruido de piedra lejana
La precisión fotográfica con que fue creada la lluvia.
La maestría inaccesible en su representación de la muerte:
No se ha visto una cámara más lenta, un travelin más largo y elegante.
Cerramos los ojos,
se desnuda el descenso,
el vértigo se hace conciencia.
Todo lo que ha de caer encuentra ahora su sitio porque nunca lo tuvo.
Y los hombres, nadie,
y las palabras, todos,
y estar aquí frente a la lluvia, yo;
nadie descansa.
La mirada se encoge y finge dormir bajo una manta cálida y húmeda.
La inteligencia con que el comienzo de la lluvia inventa y destruye el tiempo.
Antes no llovía, ahora llueve con una precisión terrible
y sin embargo bella más allá de las categorías estéticas.
Bajo esta música, el universo deja que soñemos la fotografía de la unidad.
El mundo es esto y es lo otro, es antes y ahora;
es el horizonte y lo que imaginamos detrás, lo nunca fotografiado.
Y la imagen del círculo se moja.
Y brilla.
El evangelio del doctor Frankenstein
Uno
La tormenta es el sistema nervioso
de la nada, del tiempo devorado
por su hermano gemelo,
entrevisto fugazmente en el territorio del relámpago.
dos
El rayo ha matado una oveja en el páramo:
una fotografía de dientes calcinados.
El rayo ha traído el fuego a dos árboles:
una película del tiempo acelerado.
El rayo ha alargado su dedo sobre el monstruo,
lo ha mirado como a un hijo,
ha suspirado largamente en todo el valle
al ver nacer la criatura
dentro del tiempo de los hombres.
Desde la ventana de su torre,
el doctor frankenstein ve alejarse la tormenta,
murmurando una oración como la lluvia.
tres
venga a nosotros tu reino
venga a nosotros tu noche más larga
venga a nosotros la polilla y el fuego
que nadie hable ahora
que nadie escuche ahora
que el cielo se derrumbe sin estruendo
la tormenta ha pasado y el monstruo ha nacido
a imagen de nuestras cicatrices
a semejanza de nuestras vísceras enfermas
a imagen de nuestros pasos perdidos en la nieve
a semejanza de nuestra mirada ardiendo en la hoguera
que nadie mire ahora
que nadie salga de casa
viene a nosotros el reino
en este valle de lágrimas
en esta aldea de llantos de niños nacidos de madres enfermas
en estas casas de cocinas y sopas
en este valle rodeado de bosques y aullidos
en este valle asediado por cumbres
y el horror blanco de la nieve
y el invierno eterno de las cimas, el viento
que nadie duerma ahora
que nadie duerma
salvo los peces congelados en el río.
cuatro
el monstruo del doctor frankenstein no sabe hablar
no hay palabras en la muerte
solo mugidos,
gargantas atragantadas de tierra.
cinco
Camina como un ciego.
Las sombras se abren ante sus brazos extendidos,
dejan pasar a un hermano.
No hay imágenes en la noche
solo un largo bosque,
la pesadilla del tiempo temblando en su cueva.
Donde acaba el recuerdo, comienzan mis manos.
Buscamos en nuestros cuerpos desnudos
el calor de un nuevo amanecer.
Pero cuando éste llegó
nos demostró que lo único hallado
había sido nuestros orgasmos,
cómplices del pecado cometido.
Los límites de tu cama
se convirtieron en límites para este deseo
que fue celebrado por lo entrecortados suspiros de placer que exhalaban nuestras bocas.
Mi piel ahora quema por los pliegues
en los que la eterna yema de tus dedos
trazaba caminos, antes prohibidos.
Y mis suspiros se han hecho eco
de la forma de tu nombre.
Mis manos lloran tu ausencia cuando mis ojos de miseria
no alcanzan a ver más allá de estos versos.
Quiero ser la última y más confortable calada de tu cigarro. Quiero que, como éste, te enciendas en mi boca y termines en un suspiro.
Cometeremos en la noche un nuevo atentado contra la poesía.
Ven, voy a teñir tus resacas de caricias. Alcanzaremos la consumación del deshabito.
María García Torralba
Ángel Manuel Gómez Espada
Los sacrificios del superhéroe moderno
Ocasionalmente,
Arañas minúsculas recorren los parajes de nuestro cuarto de baño.
Desorientadas, dando tumbos, sin saber muy bien
Qué hacer con tanto blanco reflectante y luminoso.
Con el poder destructivo de mis zapatillas de casa
Las aniquilo. Por amor.
Penélope excluida
Manipula Poseidón
Los mares a su antojo,
Cierne sobre mi espera la desidia.
Con la suave brisa del Céfiro,
Tampoco hoy ha de regresar al tálamo
Quien un día nombré amantísimo esposo.
Que la sangre vertida sirva para algo.
Preparad mis aperos.
Regresaré a la costura.
Como de costumbre, dad
A los pretendientes cuanto quieran.
Que mi desdicha sirva para algo.
Para algo sirva tanta codicia.
Paula Mas
Prefacio ante la Nochevieja (un año más).
Bajo el rito absurdo de la inmovilidad
conjurábamos un año tras otro.
Las hojas del calendario seguían pasando pero
por alguna razón,
nosotros seguíamos pensándonos al margen de ello.
Tuvo que venir Cronos a recordarnos
que nada escapa a su alado yugo apresor.
Tuvo que venir la realidad a arrojarnos
sus verdades e insultos.
Escupirnos. Ultrajarnos. Desnudarnos.
Y una vez que se fue
no dejó nada tras su paso.
Un par de versos emborronados.
La certeza de la destrucción.
Y un destierro que aún nos queda por cumplir.
Héctor Castilla
Otra vulgar victoria de provincias,
otro pequeño premio de poesía
que ayudará a sobrellevar las próximas
semanas. Una victoria ahogada
con los dueños de un bar donde soy
algo más que un cliente.
Todo, para acabar volviendo a casa
en ese instante en que la madrugada
se abandona a sí misma,
tras comprobar que hay camas donde el tiempo
cuesta siempre lo mismo. Y la certeza
de que detrás de la esperanza anida
el linchamiento.
Ella usa las palabras
como navajas sobre objetos blandos,
y al volver a esta casa
alquilada, yo recuerdo que finge
ser respetable en la cola del supermercado;
y sé que desearía –si le fuera
posible– una voz con menos ira
que la propia, ahora
que toda la casa es sólo un sofá
con una manta que no llega nunca
para cubrir los pies.
Ambos sabemos
que escribir es fracasar como nadie
se atrevería a hacerlo.
Y me parece
tan torpe pretender que somos libres;
sólo nos queda la costumbre:
ese hábito de no saber vivir.
Javier de Hoyos Martínez
Tenían veinte años y solo leían mierda
-Bajo la tarima de este poema no hay truco ni trampa,
No hay un corazón, romántico, que esté latiendo furioso de rabia y/o amor:
No hay poema, no hay nada; con diecinueve años sólo,
La noche no pertenece a lo de arriba, negra o blanca,
No existen jamás eso que el polvo llamaba estrellas;
La noche es el enemigo que en todos lados aguarda
Con la paciencia ciega de un cadáver.
Joder, con diecinueve años sólo
Escribir un poema es escupir con la profundidad de un camello sobre aceras de cemento,
Es tan solo,
Llamar desde lo más alto al 112 implorando con demencia auxilio,
Esperar que lluevan las sirenas como aquellas campanas que lloraban hace años,
sentado y de piernas cruzadas:
primero un cigarrillo y después otro,
como humo, como humo,
hasta que todos se vayan.
Manifiesto: última transmisión desde el planeta de los monstruos
A día de hoy me opongo con firmeza y decisión y digo “no”:
Digo no al endecasílabo y al alejandrino,
Y los arrojo con desprecio a reciclar.
No a malgastar más vacío blanco por Octubre
Y su posible aspecto de enfermo hepático.
No más por esa nube despeinada
Que sí, que parece una teta pero que en verdad no.
Juro no volver hablar de lo terrible del amor,
De ese último secreto que se empo(n)za(oña)
En la mácula de tus ojos.
Pues no compro. No cash.
Juro no identificar lo emocional de mi persona, estúpidamente,
Con las inocentes gotas de lluvia que al final tienen culpa de todo,
(Por descontado queda hablar del olor terroso
Que crece tras el diluvio,
o del viento juguetón,
Que ni quiere jugar ni revolver nada.
Dejemos, de una vez, el clima en paz).
No a hablar de pájaros y jaulas. De pájaros en una jaula.
De la jaula, que es el pájaro y el pájaro, que finalmente,
Escapa de la jaula.
Me opongo, yo, el aquí abajo firmante,
A 13 de octubre, en esta mañana Pop
Donde el pan sigue costando 0’69 centimos
Y tan sólo Lou Reed sabe de qué habla,
Mientras Sweet Jane baila y se repite con aires proféticos
Entre los remolinos de esta resaca existencial,
A no hablar de nada en absoluto
Como acto último y revolucionario.
José Óscar López
¡Regresa al corazón! Es sede más fiable
donde ella agita su tenaz metamorfosis
Goethe
Pues se me dio a escoger entre la vida
y la muerte, elegí la vida.
La elijo a cada instante, la aprieto entre mis manos
para sentir la sangre que hace tiempo
dejó de circular
en ellas,
en mis manos.
El tiempo que el latido
tarda en cesar,
yo vivo.
Al ritmo de la sangre de mi víctima
laten mis manos y mi corazón.
Porque elegí la vida.
Las rosas que en sus pechos dibujan mis cuchillos
con amor infinito y música de Strauss.
Las copas que a diario amanecen vacías, desoladas,
con rastros de carmín y colillas flotando
en su poso palúdico y enfermo
por las noches pasadas junto al fuego
de la fiebre, las risas y el champán,
junto a dados, ligueros y pantallas de plasma
en hoteles de nombres que nunca se repiten,
ignorando el formol de las mañanas
que apesta las huidas, el regreso infinito
al casillero de salida:
los dados vuelven a bailar
pero solo en mi mano.
Pues lo dijo Jalil Gibrán, que las nubes del alma
dejan ver las estrellas, me asomo cada tarde al frigorífico
donde esperan sus cuerpos vencer de alguna forma.
Entre la helada bruma.
Bajo los plásticos,
brillando.
Antonio Navarro Camacho
Mandela
Mandela Nelson Mandela ha muerto esta noche de Diciembre. Los medios arden, la gente
Llora, sus hijos se pelean por los
Derechos de explotación.
La vida sigue, constante. Los cambios
ya no existen. Fueron. Ahora son ídolos,
barnizados por el recuerdo (google),
que cimentan un presente epiléptico.
Nelson Mandela ha muerto. Larga vida Al inmutable y brutal Ahora.
Urbanismo
Dime, ¿no sientes la ciudad? Hoy la
Vi. Andaba solo por un mirador
-De esos que pretenden ser naturales,
Falsos, para sosegar la conciencia-
Esa luz de la que hablan los poetas
Es ahora de bajo consumo (led)
Los astros han dejado de existir
(Mesopotamia se rasca en su tumba)
¿No sientes la ciudad
y su aliento
Burocrático en tu nuca desnuda?
Hoy la contemplé, contemplé la extensa
belleza cribada de led barato. Bestia insaciable que tientas y juegas
Con la paciencia de Gea y la teúrgia
errónea, con la insensatez humana…
Ciudad (occidental), por favor, te lo pedimos:
No te pases.
Manuel Pujante
La hostia y la herida
Nadie nos avisa y nunca cicatriza
la huella de la huida de la luz
cuando sólo queda un nido
de agujas que nos sirve
de cuna y nos destroza.
Propongo un cambio leve en la liturgia,
un apunte similar al que acompaña
al matrimonio, previo a la ingestión
del dios sin levadura:
Hasta que Su muerte
os separe.
Gonzaga Contreras Yáñez
Llevaba letras en la cabeza
orden en las manos
y sabor a cerveza
y un beso, en los labios.
Yo quería leerla entera
memorizar sus sabores
fundirme en ella, sin espera,
fundirnos en todos sus colores.
Y quería perderme en su cuello
y en sus ojos tentadores
y en esa sonrisa en que me estrello
y esa piel suave de mil flores.
Sentado al borde de nuestra última cerveza
mirando nuestra última mirada
en nuestro último bar
queriendo decir tantas cosas.
deshojando el tiempo con nuestro mirar
y hurgándome con cristales las heridas.
Ahogamos con alcohol nuestra ridícula fantasía,
nuestra historia retorcida
de querer y no poder,
de querer sin ser querido,
de engañar con besos al tiempo y al olvido.
Buscando el valor para salir y correr y no volver a mirar
no querer comerte a besos
y dibujar punto y final.
Terminar el autoengaño,
enterrar la absurda fábula de azoteas y momentos robados.
Y de repente volver,
mirarte a los ojos y oírte reír,
saborearte los labios y olerte y tocarte
y querer fracturar el tiempo por una noche más contigo.
Abisal
fanzine
La vida que en cada cosa soy,
la vida que cede cuando toco
y arrastro,
y aquello que me llevo
ocupa el hueco justo de lo que
se me pierde en cada hálito.
Son de carne las ruinas que
se deshojan construyendo historia.
Mis manos, como las tuyas,
serán partícipes de la tempestad y
dejarán que sus hijos se sequen al sol
sobre la roca del progreso.
Olvido el perfil y la sombra,
el calor de la forma
que se funde en lo extraño
y borra mi nombre, principio de grandeza,
pues, cuanto devora,
guarda y crece.
La sangre de los enemigos formará
un mismo trazo oscuro con el recuerdo celeste
y moriremos tan solo
para acercarnos desde otra perspectiva.
Javier Temprado Blanquer
En mi bostezo caben mil mundos.
En la circunferencia metálica
de un cañón, que supongo tu boca,
no cabe más que la propia vida.
Y preparo café,
cierro las persianas,
doy de comer a mis recuerdos
dos nostalgias al día.
Y pienso que la vida no es un asunto tan grave.
Encuentro la violencia de lo cotidiano,
mirar por la ventana
teclear números y palabras
saberme perdido.
Lo subversivo de las cosas
que te matan en silencio.
Viniste montado en un revólver
como llegan las cosas que no avisan,
las cosas de la histeria y el vuelo.
Fui, y de repente, soy.
Y romperme las costumbres
fue un exilio de planetas.
Viniste montado en un revólver
y hablaste del baile
y una vieja canción sobre Septiembre,
las cosas del vértigo y la caída.
Y a pesar de los balazos,
las fuerzas opuestas,
el hastío de los gatos.
Supimos ser diana
en los días que no amanece azul,
supervivientes en la espuma
de las noches.
Manuel Torres Nieto
De los eleatas, siglo V a. J.C.
l
son días en que el prodigio
camina unos pasos
delante tuya
como una fisura en el vacío
días en que una gota de agua
puede devanarte la cabeza
en dos partes
diferentes
idénticas
simetrías
con que el universo reemplaza
su herencia
como fantasmas siderales
como supernovas en el día de su nacimiento
en estos días
según dicen
precisamos para poder sobrevivir
de 30 kilómetros
tan solo
18 millas
arriba o abajo
para poder sobrevivir
un vacío
tan preciso
tan bien delimitado
¿nos hace eso menos nobles?
II
en efecto
existe quien precisa de tanto
movimiento
como pájaros en continuo transportarse
arrastran el cuerpo
no ya solo su cuerpo
sino aquello que se lleva
con silencio
fuego vivo en movimiento
por el borde la aguja
que es el centro mismo del universo
si te paras a pensarlo
una partícula es una nave espacial
en el desierto
un puñado de arena
instalada en los zapatos
un chacal perforando la luna
de este modo
una gota derramándose a la boca
en una fonda en Buenos Aires
además en Cabo Verde
un rincón del Barrio Rojo
con sus luces de color rojo
y sus prostitutas jugando a las cartas
rodando calle
abajo en una tarde en Yokohama
habría de saltar de una nube a otra nube
de trasatlántico a trasatlántico
para caer a este vacío tan exacto
que arrastramos desde dentro
como nebulosas hinchadas
como hormigas mirando la pared
35 kilómetros
en días como éste
literas subacuáticas
polizón milenario
18 millas
arriba o abajo
en que notar nuestro legado
unos pasos
por delante
III
si es tu cuerpo el que alimenta
casi todo lo que odio.
Entonces era sencillo
estrangular insectos
o ver caer las nubes.
La carretera de casa
conservaba aun trozos
de campo
y se escuchaban los grillos
asomarse
con miedo.
Sospechabas -supongo que lo hacías-
que era fácil hacerlo
porque la tierra era
caliente siempre
un acantilado
en carne
viva
y papá
-mamá una cerradura
partida por el medio-
una luz cansada
como la de los coches
que intuías desde el tejado
la autovía como una pista
de despegue
y un día decidiríamos
a dónde.
Alguien solía arañar
la corteza de los árboles
y pensabas que aquello
sería la vida de afuera.
Inma Benedito Muñoz
La piel de su sombra
Rodeado,
De estrellas de madera,
De lunas de cristal,
De voltios volátiles,
Aislado.
Apaga la luz,
Pues un sujeto ajeno,
Sujeto al cuerpo propio,
Toca sus manos.
Tentado por el pánico,
Tentando el vacío;
Busca con palmas impalpables,
Sus manos; extraviadas en la negrura.
Hombre sombrío,
Ebrio de oscuridad,
Ignorando el rumbo de su azar,
Escapa de su ambigüedad.
Mientras, su epidermis de luto,
Escondida en la ceguera,
Siendo arrastrada hasta las escaleras,
Implora una salvación.
Huyendo de una sombra,
cayó por los peldaños,
y la sombra calló tras él.
Fr = m·N
(Fuerza de rozamiento)
Dame seis ruedas, o cuatro, o dos,
o las ruedas que tenga un autobús.
O simplemente no me quites las piernas
y si me las roban
cámbiamelas por ruedas.
Ruédate cuando no tenga sitio
y déjame rodarte cuando el barro no te deje rodar
y pararte cuando estés mareada.
Rodemos para que el ruido no nos rodee
y el reposo no nos rompa.
Erremos rotundas,
rondemos errantes,
una dentro de otra y otra dentro de una.
Cuando receles, te rodaré de rodillas.
Y si nada me rodea,
rodéame.
Por: Céfiro
Anastasia Kontratevidi
Habitación 31
Cuando el destino iba tras nosotros
como un demente con cuchilla de afeitar.
ARSENY TARKOVSKI
I.
Hay seis grados de desviación
entre la punta de mis dedos y el techo.
Hay voces, o lo que queda de una fiesta.
Hay lluvia, polvo y pintura desgastada.
Antes de todo esto estoy yo
con las pestañas que me faltan,
subrayando palabras torcidas
y alguien apaga la luz.
Más atrás quedan llaveros
enganchados al pie,
crujiendo mientras camino
por un parquet fino y triste
que me devuelve el insulto.
II.
Voy dejando un rastro de tinta
debajo de cada cerradura vacía.
Después de las cinco, el miedo
tiene un ojo verde y el otro azul,
por eso la falta de espejos
es casi como una tregua.
III.
Se ha terminado la canción.
A mi lado, en silencio, las sábanas
recorren mi columna vertebral.
Al otro lado de la pared,
una mujer se va desvistiendo
como quien se libera de un disfraz.
Desayuno con andamios.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
ÁNGEL GONZÁLEZ
Muerdes la tostada con el primer autobús
y te unes a la mañana diluida en los cristales.
Los transeúntes llevan sábanas arrugadas
de camas sin hacer, pasta de dientes en la mejilla,
niebla en los ojos que ni el café puede disimular.
No te acerques, no busques, no sigas los semáforos
retorcidos como algas.
Hace tiempo que no te acuerdas de las palabras
que un día escogiste para defenderte.
Quizá lo correcto sea pararse
y reinventar los labios que sobraron.
Las niñas envuelven las esquinas,
disfrutan de su inocencia
con un incipiente olor a carmín.
¿Subes?
Los escalones te invaden de dos en dos.
Las palomas tampoco saben de subsuelo
y las nubes hacen de tope imaginario.
Hundes la cuchara en calor,
y destierras el descubrimiento,
al menos hasta que se apaguen los bares.
Mientras, casi sin quererlo,
la ciudad sigue centrifugando.
Antonio M. Moreno
El club de los poetas muertos
El único profesor
de todos los que tuve
durante mi etapa escolar
que se subió a una mesa
fue Don Andrés.
Lo hizo una tarde,
estando solo,
cuando todos los niños nos habíamos marchado ya,
justo antes de ahorcarse
con los cordones de sus zapatos.
Sólo sé
Siempre me gustaron las bibliotecas.
Tanto o más que las iglesias.
En general, todos aquellos lugares
en los que no fuese necesario hablar
se han encontrado siempre entre mis favoritos.
Porque estando así, callado,
no sale por mi boca todo lo que no sé.
Porque así, oculta detrás de mis silencios,
pasa casi desapercibida
y de puntillas, tras mi sombra,
mi infinita ignorancia.
Ignacio Martín Lerma
Declaración
Cómo quisiera un día demostrarte
que en las páginas blancas
del libro de mis noches
está escrita la esencia de tu nombre.
Cómo quisiera un día que supieras
que tú eres solamente mi respuesta,
no pregunta,
que eres todo mi hallazgo
y no su búsqueda.
En el papel intento reflejar
todo el significado de tu nombre,
pero por más que trato de lograrlo
ya no puedo escribir después de conocerte,
sólo puedo vivir.
Última noche
-Rózame- me dijiste,
sin decir que iba a ser la última vez.
-Acércate- susurraste,
mas tu voz silenciaba
las sílabas del olvido.
Ahora ha estallado el mundo
-a tu manera-
y súbitamente ha vuelto incertidumbre
esa parte de mí que aún te persigue.
Quedó mi presente sin futuro.
Me convertí en suicida al borde de un abismo.
Andrea Miguélez
Verso
ser un continuo lienzo
a carboncillo dibujado
emborronándose
sin otra pretensión que
la de atenerse
quizá
algún día
a descifrar al menos
una parte pequeñísima
de un rostro que imagino
bello
cuando cierro los ojos
yo no sé
yo nunca supe
yo ojalá nunca sepa
Epifanía
removéis los círculos del miedo
acurrucáis heridas en pantanos
blasfemáis ante una máscara
para terminar llorando a oscuras
y embotar la siega de los años
en la orden rancia y opresora
de la vergüenza propia
nunca este colgajo de hombre
dijo tanto del dolor de una dignidad
tintada en fajos de nuestra podredumbre
—ya no llores mamá
ya no vamos a morir de olvido
el hambre va a dormirnos—
como la inyección diaria de maldad por insulina
hasta procrear silencio en masa
aniquilando carne y símbolo
presumís de la vejez importuna
con la lejana epifanía
y yo os pregunto
obtusos cuerpos desgranados de esperanza podrida
pues no logro comprender
si ya no sois más niños
por qué no os sentís desnudos
En los ratos que me sobran de ser feliz
Mis aspiraciones han sido colmadas
antes de tiempo,
se diría que por algún motivo
la vida ha sido generosa conmigo.
Quizá por eso escribo poesía
en los ratos que me sobran de ser feliz,
en los ratos en que ser feliz no supone
trabajo alguno más que estar dispuesto.
Mis aspiraciones han sido colmadas
y ser feliz es tan sencillo como que el sueño
de la noche anterior y el que vendrá a la siguiente
tan sencillo como que no importe para hacer cálculos,
y que el camino sea sólo
un deslizarse por la vida sin tiempo,
ser agua que no se pregunte
si será al fin mar o musgo
tras el próximo recodo del río.
Mis aspiraciones han sido colmadas
antes de tiempo,
porque no tuve que pedirte que hicieras
el camino conmigo, pero lo hiciste sin miedo,
sin que la letra pequeña que arrastro conmigo
te hiciera dudar ni un momento.
La aspiración del olivo de ser oro fino
o la de la vid de que su sacrificio
sirva para ser bebida de los dioses
son sólo motivos poéticos que algún día
también escribiré
en los ratos que me sobran de ser feliz.
Mis aspiraciones han sido colmadas
mucho antes de tiempo.
Lo único que me preocupa es mi maldita manía
de hacer poesía
cuando debería hacerte el amor,
mi manía de sacarle punta a las palabras
cuando debería sacarle punta a mi voz,
mi manía de estar siempre abstraído
cuando estar contigo es estar mejor
y en todos los sitios.
Que me tenga cuidado el amor
Que me tenga cuidado el amor,
yo soy más fuerte.
Amo sin su nombre,
lo odio y soy la misma cosa,
soy su mismo doble filo sin sus letras.
Que me tenga cuidado el amor.
No necesito que me nombren para ser,
sin nombrarme aparezco entre la niebla.
Que me tenga cuidado el amor,
puedo ser cómplice fiel o su asesino.