top of page

Olvidando olivos

 

María Torres, una jienense entrada en años y carnes, se despertó con ganas de no hacerlo. La hipnopedia a la que su anciana madre la había sometido durante toda la noche resultó efectiva y en sueños había comprendido algo que sabía a medias. La nonagenaria mujer llevaba tres días agonizando en voz alta lo que agonizó censurada durante siete décadas. El señor médico, don Antonio, ya había anunciado que la parca se encargaría de la matriarca en menos de una semana. Pero cuando el cura fue a la encalada casa a darle a la católica mujer el último sacramento se encontró con la oposición de sus otros hijos y los nietos, los varones, que lo despacharon con un: “Antes al matadero que un cura en la casa del jornalero”. Suerte que la única preocupación de la madre no tenía nada que ver con Dios.


–¡Manolillo, Manolillo! –repetía la cantinela durante horas– Manolillo…

 

 

Seguir leyendo...

Abisal

    fanzine

Ángel Calvo Botella

Diego Sanchez Aguilar

Hidrocarburos      

 

     Tenía ganas de pasear. No podía soportar otra noche frente al televisor. Ese parloteo estridente de películas donde hombres y mujeres se afanan en tramas sin sentido. Qué tenían ellos que ver conmigo. Qué tenía yo que ver con sus amores, sus celos, sus crímenes avariciosos. Desde pequeño me ha pasado. No sentirme parte de este mundo, ver a todas las personas como a través de un grueso cristal; observar cómo, desde su mundo extraño y luminoso, etéreo, mueven sus labios, gesticulan.
 
El ascensor abrió sus puertas en medio del silencio del edificio. Todos los vecinos estaban encerrados en sus cuevas a esta hora, tras sus puertas con mirilla. Entré en la cápsula, dentro de su zumbido y su luz reveladora.

 

 

Seguir leyendo...

Javier de Hoyos Martínez

M.J compró esos sillones de cuerda trenzada y armazón que imita acero inoxidable; M.J es mi madre. 52 euros/pieza, seis en total, dos a cada lado de la mesa, y dos más apilados en la esquina sudoeste de la terraza: 312 euros que M.J ha pagado por quitar esos viejos sillones de 14 años, de tablas mantenidas con cinta adhesiva, de blanco eccémico y sarpullidos grisáceos, vestidos siempre con horrendos cojines tricolor (verde-azul-amarillo). L. fue quien los tiró a la basura.

 

L. es el marido de M.J desde hace 25 años y medio; L. es mi padre. Los nuevos sillones no están mal -los observo desde la mesa de madera del salón sentado en unas incómodas sillas que no despiertan ningún sentimiento de progreso en la mente de M.J-. Al mismo tiempo que miro, un atardecer violaceoamarillentorojizo se dibuja e infla como un globo en el horizonte.

 

El mar está ligeramente azulado, únicamente.

 

 

Seguir leyendo...

 

José Daniel Espejo

Notas para una tesis

 

Ese problema del insomne que consiste en dar vueltas y vueltas en la cama, cambiando continuamente de oreja soporte, hasta que los tapones se te salen y vas a recolocártelos por enésima vez y te das cuenta

 

Seguir leyendo...

Paula Mas

El agente llegó a la dirección que le habían proporcionado. Una vez más, habían sido los vecinos quienes habían alertado de su desaparición, a pesar de que nadie sabía a ciencia cierta cuándo la habían visto por última vez. Decían que no salía mucho de casa y por eso no les había extrañado. Todos la tildaban de rara. De rara y algunos, incluso, de siniestra.

 

Al forzar la puerta, encontraron una habitación pulcramente ordenada, desprovista de todo adorno como presa de una apremiante impersonalidad. 

 

 

 

Seguir leyendo... 

 

 

 

Ángel Calvo Botella

Se recostó sobre la persiana de un almacén cerrado, y aunque ella no lo sabía, miraba hacia el este. El metal se doblaba por sus articulaciones ayudado por ese matrimonio de polvo y grasa que ayuda tanto al comerciante a deslizar la corredera por sus railes como a las empresas de quitagrasa a aumentar sus ventas.

 

Sus amigas se habían ido a “mear” hace ya un tiempo incalculable, porque cuando no te has acostado después de medianoche tu cuerpo decide perder la referencia temporal y un minuto pueden ser horas y una hora un segundo.

 

Seguir leyendo...

José Daniel Espejo

Un corto nouvelle vague en blanco y negro

 

He ido a la playa. A hacer no tengo claro qué, a pasearme por ahí con cara de dandy y pantalones remangados, supongo. El mar, el sol y la arena tienen una cualidad profundamente metafórica que me imagino que es lo que hace que uno se sueñe tantas veces en la playa. El sol es lo que brilla mientras uno está vivo, el mar es el final de todas las cosas y la arena es el tiempo. En las pelis, después de los naufragios, aparecen baúles desvencijados en la arena, y los náufragos se queman la piel, un poco como castigo por no haber palmado en el mar. 

 

Seguir leyendo...

Marisa Morata Hurtado

Topográfica

 

Explorar con las manos la ciudad empezando por el cuerpo como si fuera parte la ciudadempezara ahí. Explorar el tiempo el espacio que cabe dentro de las uñas buscarlo con más uñas con dedos como lenguas que conocen cuanto hay entre la carne y la carne. Medir el ruido tocando el cuerpo que respira contra tus manos si lo tocas. Lamerlo con un dedo nada más y adivinar que la ciudad está fuera y tibia tiene aristas y espera el curso de las manos que la buscan para agachar el lomo como hacen los perros a los que nunca tocó nadie. Y sabes concerteza por dentro de los huesos que hoy no lloverá que los tilos aguantan con esfuerzo el peso de sus hojas.

 

Seguir leyendo...

Marisa Morata Hurtado

Submarina

 

 

Estamos de repente fuera del mundo pero no estamos solos. Estás tú y luego ellos dos y todo se parece a una danza lenta e ingrávida. Bajo el agua noto el tacto de tu mano. Lo persigo porque es de agua y azul y está tan vivo. Entonces lo veo a él nadar junto a un banco de peces que le huyen. Pasan como un tren de color. No hay rostros ni ruido solo cuerpos. Los peces y élse van a un lugar de lo hondo que no vemos. Nosotros caminamos con esa danza lenta. Algo se mueve entre las rocas, lo señalas.

 

Seguir leyendo...

Javier Temprado Blanquer

Entrabas en ese Pontiac Chieftain quejicoso y asmático, agarrabas el volante y creías ser el tipo más poderoso del globo. La carretera bajo tus pies, tu pies sobre el acelerador y la meta justo detrás del cristal, arañando línea tras línea el horizonte más cercano. Los años 50 en el país más poderoso del mundo no fueron fáciles. Mucho menos si te llamabas John Doe, y tus aspiraciones más inmediatas consistían en pillar marihuana y viajar.

 

Seguir leyendo...

Juan de Dios García

Niño

 

Los hombres mueren lejos. Salen al amanecer y nunca vuelven.

 

Seguir leyendo...

Juan de Dios García

Anónimo

 

Bebe con ansia y dolor. Escribe en una servilleta y termina su cerveza.Es un fantasma entre la neblina y los transeúntes. 

 

 

Seguir leyendo...

Alicia Ramos González

La búsqueda

 

Sandra llora desconsolada. Se suena los mocos con un pañuelo de esos de papel perfumado (para que la tristeza huela bien). Sofía se sienta a su lado, no comprende qué le ocurre. Llevan poco tiempo en la ciudad de Granada y Sofía está muy contenta con la vista de las nieves del Mulhacén y el brillo plateado de los adoquines del Albaicín.

 

Seguir leyendo...

Alicia Ramos González

Me encantan las fotografías. Sobre todo las que yo he tomado, porque cuentan una historia, una que sólo yo conozco, que está flotando en el papel fotográfico. Me gusta pensar que son los fantasmas de la imagen, los que escogí y posaron invisibles en mi visor. La gente suele decirme “¿Pero no sale nadie en tus fotos?”.

 

Seguir leyendo...

Eva Medina Moreno

Mi bodega

 

Descolocadas, algunas rotas, el líquido derramado y seco; botellas de muerte y olvido. Otras, con moho por fuera, cerradas con tapón de corcho y plástico duro. Selladas, bien selladas, el vino picado desde hace tantos años. Unas, llenas de horas vacías, de palabra afónica, embrutecida.

 

Seguir leyendo...

Eva Medina Moreno

Aburrimiento

 

Acaban de comer. Él pasea su mirada por la habitación. Su flácida y pálida barriga asoma por los botones mal abrochados del pijama. Ella mira por la ventana. Entre ellos, una mesa camilla con restos de comida. Al fondo, la televisión encendida. Ella sigue mirando a la calle. Su melena es bicolor; castaño oscuro y rubio platino. Su cara, sin lavar, muestra la opacidad de un maquillaje mal aplicado. Unoslabios extremadamente rojos, pintados con un carmín barato. Colillas impregnadas de bermellón saliéndose de un cenicero de cristal.

 

Seguir leyendo...

 

 

bottom of page